Adición de sal a los alimentos y riesgo de mortalidad prematura

Adición de sal a los alimentos y riesgo de mortalidad prematura

Un metanálisis del consumo de sal en la región de las Américas observó que el consumo medio de sodio fue de 4,13 g/día, equivalente a 10,49 g de sal por día: el doble de los 2 g de sodio o 5 g de sal diarios que recomienda la Organización Mundial de la Salud[1]. La relación

Un metanálisis del consumo de sal en la región de las Américas observó que el consumo medio de sodio fue de 4,13 g/día, equivalente a 10,49 g de sal por día: el doble de los 2 g de sodio o 5 g de sal diarios que recomienda la Organización Mundial de la Salud[1].

La relación entre la ingesta de sal y la salud sigue siendo un tema de debate, de hecho, estudios anteriores que investigaron la asociación entre la ingesta de sodio y el riesgo de mortalidad han producido resultados contradictorios. Sin ir demasiado lejos, el estudio PURE del Dr Salim Yusuf observó una curva en J en relación con la ingesta de sodio, riesgo de muerte y eventos cardiovasculares ubicando el riesgo más bajo entre 3 y 6 gr/día[2].

Los estudios relacionados con patrones dietarios son escasos y difíciles de llevar adelante. La ingesta de sodio varía ampliamente de un día a otro y la baja precisión en la medición están relacionados, muchas veces, con resultados inconsistentes.

Sin embargo, la mayoría de los estudios anteriores se han basado en gran medida en la recolección de orina de un sólo día o en una encuesta dietética para estimar la ingesta de sodio, parámetros tal vez inadecuados o inconsistentes para evaluar los niveles de consumo habituales de un individuo. En ese sentido, es difícil separar las contribuciones de la ingesta de sodio y potasio a la salud en función de los métodos actuales de medición. La hipótesis de que la ingesta elevada de potasio puede atenuar la asociación adversa de la ingesta elevada de sodio se ha propuesto durante muchos años, mientras que los estudios que evalúan particularmente la interacción entre la ingesta de sodio y la ingesta de potasio en el riesgo de mortalidad son muy escasos.

Agregar sal a los alimentos (generalmente en la mesa) es un comportamiento alimentario común directamente relacionado con la preferencia a largo plazo de un individuo por los alimentos de sabor salado y la ingesta habitual de sal. De hecho, en la dieta occidental, la adición de sal en la mesa representa del 6 al 20 % de la ingesta total de sal. Por lo tanto, la adición de sal a los alimentos proporciona una estimación única, entre otras, para evaluar la asociación entre la ingesta habitual de sodio y la mortalidad.

En este estudio[3], los autores analizan la asociación entre la frecuencia de adición de sal a los alimentos y el riesgo de mortalidad prematura y esperanza de vida.

Materiales y métodos

Se utilizó la base de datos del Biobanco del Reino Unido para recolectar datos de 501.379 participantes los cuales fueron incluídos en el análisis principal.

Evaluación de la exposición

Se les preguntaba a los participantes: «¿Agregas sal a tus alimentos”? A través de un cuestionario de pantalla táctil en el comienzo del estudio (años 2006-2010). Los participantes seleccionaron una respuesta de cinco opciones: (I) nunca/raramente; (II) a veces; (III) por lo general; (IV) siempre; (V) prefieren no responder.

Además, también se preguntó a los participantes: «¿Ha realizado algún cambio importante en su dieta en los últimos 5 años». Los participantes seleccionaron una respuesta de entre cinco opciones: (i) no; (ii) sí, debido a una enfermedad; (iii) sí, por otras razones; (iv) prefieren no responder.

Se recogieron muestras de orina (spot orina aleatoria) al inicio (481565 participantes estaban disponibles para el estudio). También se invitó a los participantes a completar el registro dietético Oxford WebQ entre 2009 y 2012 (el Oxford WebQ pregunta sobre el consumo de >200 tipos de alimentos y >30 tipos de bebidas durante las 24 horas anteriores).

Resultados

Los participantes que con mayor frecuencia agregaban sal a sus alimentos tenían más probabilidades de ser hombres; no blancos; tener un mayor IMC y un índice de privación de Townsend[4] (una medida compuesta de privación basada en el desempleo, no tener un automóvil, no tener una vivienda y hacinamiento en el hogar) en comparación con los participantes que agregan sal con menos frecuencia. A su vez, tenían menos probabilidades de tener un estilo de vida saludable (beber moderado, no fumar, realizar actividad física regular); y tenían una mayor prevalencia de DM. Para los factores dietéticos, una mayor frecuencia de adición de sal a los alimentos se asoció con una mayor ingesta de carne roja y carne procesada, pero una menor ingesta de verduras, frutas y pescado.

Asociación entre la frecuencia de adición de sal a los alimentos y el riesgo de mortalidad prematura

Durante una mediana de seguimiento de 9,0 años y ajustado por sexo, edad, raza, tabaquismo, consumo moderado de alcohol, IMC, actividad física, índice de privación de Townsend, colesterol alto, ERC, DM, ECV y cáncer, el riesgo de mortalidad prematura por todas las causas aumentó con el aumento de la frecuencia de adición de sal a los alimentos. Los HR ajustados fueron 1 (referencia), 1,02 (IC del 95% 0,99-1,06), 1,07 (1,02-1,11) y 1,228 (1,20-1,35) en todos los grupos, respectivamente (tendencia P < 0,001) (figura 1)

Figura 1: Relación entre la sobrevida y la frecuencia del adición de sal en las comidas para ambos sexos

Estos resultados no cambiaron considerablemente después de un mayor ajuste por hipertensión, potasio urinario, factores dietéticos (verduras, frutas, pescado, carne roja, ingesta de carne procesada y energía total); tampoco excluyendo a los participantes con ERC, ECV o cáncer al inicio; finalmente la asociación se sostuvo aún excluyendo a los participantes que habían cambiado su dieta en los últimos 5 años.

Para la mortalidad prematura por causa específica, los autores hallaron que una mayor frecuencia de adición de sal a los alimentos se asoció significativamente con un mayor riesgo de mortalidad por enfermedad cardiovascular y mortalidad por cáncer (tendencia P < 0,001 y tendencia P < 0,001, respectivamente).

Asociación entre la frecuencia de adición de sal a los alimentos y el riesgo de mortalidad prematura estratificado por posibles factores de riesgo

También los autores realizaron un análisis estratificado con los posibles factores de riesgo, incluidos el sexo, la edad, la raza, el IMC, el índice de privación de Townsend, la actividad física regular, el tabaquismo, el consumo moderado de alcohol, la hipertensión, el colesterol alto, los niveles de potasio urinario, la energía total y los alimentos altos en potasio (vegetales). La asociación positiva de agregar sal a los alimentos con el riesgo de mortalidad prematura por todas las causas parecía atenuada con el aumento de los niveles de ingesta total de verduras y frutas (interacción P = 0,02).

La mayor frecuencia de adición de sal a los alimentos se asoció significativamente con un mayor riesgo de mortalidad prematura en los participantes con un bajo nivel de consumo de verduras y frutas totales (tendencia P = 0,02), mientras que la asociación no fue significativa en aquellos con un alto nivel de consumo de verduras y frutas totales (tendencia P = 0,90).

Asociación entre la frecuencia de adición de sal a los alimentos y la esperanza de vida estimada

A los 50 años, las mujeres que siempre agregan sal a los alimentos tenían un promedio de 1,50 (IC del 95% 0,72-2,30) años de esperanza de vida más bajo, y los hombres un promedio de 2,28 (IC del 95% 1,66-2,90) años de esperanza de vida más baja, en comparación con sus contrapartes que nunca/raramente agrega sal en las comidas.

Discusión

En este estudio prospectivo de 501379 participantes del Biobank del Reino Unido, hallaron que una mayor frecuencia de adición de sal a los alimentos se asoció significativamente con un mayor riesgo de mortalidad prematura y una menor esperanza de vida, independientemente de la dieta, el estilo de vida, el nivel socioeconómico y las enfermedades preexistentes. La asociación positiva parecía estar atenuada con el aumento de la ingesta de alimentos con alto contenido de potasio (verduras y frutas) (figura 2)

Figura 2: Abstrac gráfico (modificado) del artículo de referencia

En la dieta occidental, es difícil estimar la ingesta de sodio utilizando los métodos tradicionales de evaluación dietética porque la mayor parte del sodio suele estar oculto en los alimentos procesados y la misma varía de una marca a otra.

Las colecciones de orina de 24 horas son el método recomendado para monitorear la ingesta de sodio de la población. Sin embargo, este método no es suficiente para evaluar la ingesta habitual de sal de un individuo debido a la gran variabilidad diaria en el consumo de sodio y la excreción de sal.

La frecuencia de agregar sal a los alimentos refleja la preferencia de sabor a sal a largo plazo de una persona, y es menos probable que se vea afectada por las grandes variaciones diarias en la ingesta de sodio. De hecho, hubo fuertes correlaciones positivas entre la adición de sal y las concentraciones de sodio urinario medido objetivamente, evidenciado por las observaciones del estudio citado.

Este estudio epidemiológico de gran relevancia por el número de participantes y la metodología empleada observó que la mayor frecuencia de adición de sal a los alimentos se asoció significativamente con un mayor riesgo de mortalidad prematura por todas las causas. Además, la mortalidad prematura por causa específica indicaría que el mayor riesgo de mortalidad por todas las causas podría atribuirse en parte a las enfermedades cardiovasculares y a la mortalidad específica del cáncer.

Tales observaciones son consistentes con la evidencia previa que vincula la ingesta de sal con varias afecciones, incluidas las enfermedades cardiovasculares y el cáncer[1].

Numerosos estudios de cohortes han examinado las asociaciones de la ingesta de sodio con las enfermedades cardiovasculares y la mortalidad total con resultados disímiles. En este sentido, diferentes asociaciones científicas utilizan rangos diferentes de ingesta de sodio en sus recomendaciones (figura 3)[2]

Figura 3: Diagrama conceptual (modificado) del riesgo para la salud por niveles de ingesta de sodio basado en la evidencia actual

Los hallazgos actuales de este estudio puede tener varias implicaciones para la salud pública dado que el mismo respalda la noción de que incluso una reducción modesta en la ingesta de sodio probablemente resulte en beneficios sustanciales para la salud.

Otro de los resultados de interés observado fue que la asociación positiva entre la adición de sal a los alimentos y la mortalidad prematura por todas las causas tendió a atenuarse con el aumento de los niveles de ingesta de alimentos con alto contenido de potasio (verduras y frutas) o potasio urinario, lo que da apoyo a la hipótesis de que una ingesta de alto contenido de potasio puede atenuar las asociaciones adversas de la ingesta de sodio.

El “punto de corte” en la reducción del consumo de sodio se encuentra aún en controversia, pero este gran estudio brinda evidencia sólida y nuevos datos que deberían ser tenidos en cuenta en las recomendaciones y directrices actuales.

Conclusión

El estudio indica que la mayor frecuencia de adición de sal a los alimentos se asocia con un mayor riesgo de mortalidad prematura por todas las causas y una menor esperanza de vida. Las altas ingestas de alimentos ricos en potasio, como verduras y frutas, pueden atenuar la asociación entre la adición de sal a los alimentos y la mortalidad.

En mi opinión, consumimos demasiada sal y alimentos ultra procesados. La hipertensión arterial y la alimentación no saludable se encuentran liderando las principales causas de ECV y mortalidad prematura. En ese contexto y más allá de la controversia de un “punto de corte” en la ingesta diaria de sodio, visto desde una perspectiva de salud pública, las intervenciones pragmáticas a nivel poblacional sobre prevención primordial (en este caso reducción de la ingesta de sodio), podría ser una herramienta altamente efectiva para mejorar la carga de enfermedad cardiovascular que azota al mundo entero.

 

Referencias:

[1] Carrillo-Larco RM, Bernabe-Ortiz A. Sodium and Salt Consumption in Latin America and the Caribbean: A Systematic-Review and Meta-Analysis of Population-Based Studies and Surveys. Nutrients. 20 Feb 2020;12(2). pii: E556. doi: 10.3390/nu12020556. PMID: 32093337
[2] N Engl J Med 2014; 371:612-623 DOI: 10.1056/NEJMoa1311889
[3] European Heart Journal (2022) 00, 1–12 https://doi.org/10.1093/eurheartj/ehac208
[4] Townsend P. Deprivation. J Soc Policy 1987;16:125.
[5] He FJ, Tan M, Ma Y, MacGregor GA. Salt reduction to prevent hypertension and car-
diovascular disease: JACC state-of-the-art review. J Am Coll Cardiol 2020;75:632–647.
[6] Mente,A.;O’Donnell,M.; Yusuf, S. Sodium Intake and Health: What Should We Recommend Based on the Current Evidence? Nutrients 2021,13,3232. https://doi.org/ 10.3390/nu13093232
ERC: Enfermedad renal crónica
DM: Diabetes Mellitus
ECV: Enfermedad cardiovascular
DGA: Guía dietaria americana
WHO: Organización mundial de la salud
AHA: Asociación americana del corazón

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