Utilización de estatinas de alta intensidad post egreso de internación por enfermedad coronaria.

Utilización de estatinas de alta intensidad post egreso de internación por enfermedad coronaria.

Evaluaron la tasa de despacho de prescripciones y de utilización de estatinas de alta intensidad en pacientes entre 65 y 74 años de edad que habían egresado de una internación por un infarto de miocardio o por un procedimiento de revascularización entre los años 2007 a 2009. Facias ipse quod faciamus suades. (Practica tu mismo

Evaluaron la tasa de despacho de prescripciones y de utilización de estatinas de alta intensidad en pacientes entre 65 y 74 años de edad que habían egresado de una internación por un infarto de miocardio o por un procedimiento de revascularización entre los años 2007 a 2009.

Facias ipse quod faciamus suades.
(Practica tu mismo lo que predicas)
Platus, Asinaria, III, 3.

“Entre lo dicho y lo hecho, hay un largo trecho” dice el refrán popular.  Esta brecha entre lo recomendado y lo que ocurre en la vida real se observa en todos los caminos de la vida. No es una sorpresa que esta situación ocurra en la utilización de estatinas de alta intensidad para prevención secundaria.  Para cuantificar la magnitud de esta discrepancia, Rosenson et al. (1) realizaron un análisis retrospectivo de la base de datos de expedición de farmacia del sistema Medicare de los Estados Unidos de Norte América (EEUU).  Evaluaron la tasa de despacho de prescripciones y de utilización de estatinas de alta intensidad en pacientes entre 65 y 74 años de edad que habían egresado de una internación por un infarto de miocardio o por un procedimiento de revascularización entre los años 2007 a 2009. Observaron que en la primera prescripción a sólo el 27% de estos pacientes se le dispensó una estatina de alta intensidad. Cuando analizaron el historial previo de toma de estatinas comprobaron que la tasa de prescripciones de estatinas de alta intensidad fue del 23% en aquellos que previo al evento no tomaban y del 9,4% en los que tomaban en baja/moderada intensidad, mientras que llegó al 81% en aquellos que previamente recibían estatinas de alta intensidad.  Estos hallazgos en términos generales no hacen más que confirmar los resultados de otros estudios anteriores que también han mostrado considerables diferencias entre lo recomendado y lo que efectivamente se prescribe (2-4).

Lo cierto es que estos relevamientos permiten valorar las diferencias entre lo que predicamos y lo que realmente hacemos.  Es importante tomar en cuenta que estos guarismos se aplican a los EEUU, dado que es posible que haya una brecha distinta en muchas partes del resto de las Américas donde el acceso a la salud pública y a los medicamentos está condicionado por múltiples factores socio-culturales, geográficos y económico-financieros claramente diferentes.

Por otra parte, debe tenerse presente que estos estudios si bien ponen de manifiesto la falencia, solo llegan a especular sobre las diversas situaciones que podrían explicar los motivos de estas diferencias.  Aquí también las posibles causales consideradas por los autores tal vez tengan una mayor relación con cuestiones locales de los EEUU y no puedan extenderse a la región en forma total.  Incuestionablemente, cada país, cada provincia y cada ciudad tienen características propias que hacen que no haya una única solución para todos.  Sin pretender analizar todas las posibilidades de porqué no se implementan en forma mucho más extendida estas medidas de prevención que tienen sólidas evidencias; considero que hay dos puntos fundamentales que podrían aportar para mejorar esta situación. El primero, de efecto inmediato, sería utilizar siempre una hoja de egreso pre-impresa donde figuren las estatinas solo en dosis de alta intensidad.  La segunda medida, ya de largo plazo, consistiría en realizar cambios estructurales en la educación médica en temas de prevención.

Link: http://content.onlinejacc.org/article.aspx?articleID=2090113

Bibliografía

1.Rosenson RS, Kent ST, Brown TM, et al. Underutilization of high-intensity statin therapy after hospitalization for coronary heart disease. J Am Coll Cardiol 2015;65:270–7.

2.Javed U, Deedwania PC, Bhatt DL, et al. Use of intensive lipid-lowering therapy in patients hospitalized with acute coronary syndrome: an analysis of 65,396 hospitalizations from 344 hospitals participating in Get with The Guidelines (GWTG). Am Heart J 2010;160:

1130–6.

  1. Borden WB, Redberg RF, Mushlin AL, et al. Patterns and intensity of medical therapy in patients undergoing percutaneous coronary intervention. JAMA 2011;305:1882–9.
  2. Farkouh ME, Boden WE, Bittner V, et al. Risk factor control for coronary artery disease secondary prevention in large randomized trials. J Am Coll Cardiol 2013;61:1607–15.

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