Carnes Rojas, Pollo o Pescado: ¿Qué causa mayor Riesgo Cardiovascular?

Carnes Rojas, Pollo o Pescado: ¿Qué causa mayor Riesgo Cardiovascular?

    La enfermedad cardiovascular continúa siendo la principal causa de muerte a nivel mundial. En algunos países desarrollados se ha logrado cierta reducción de la enfermedad cardiovascular aterosclerótica (ECVA), pero no en los países en vías de desarrollo en donde es causa predominante de morbimortalidad, pudiéndose atribuir en parte a la implementación subóptima de estrategias

    La enfermedad cardiovascular continúa siendo la principal causa de muerte a nivel mundial. En algunos países desarrollados se ha logrado cierta reducción de la enfermedad cardiovascular aterosclerótica (ECVA), pero no en los países en vías de desarrollo en donde es causa predominante de morbimortalidad, pudiéndose atribuir en parte a la implementación subóptima de estrategias de prevención y mal control de los factores de riesgo para desarrollo de la ECVA.

       Con un modelo previo poco sustentable en cuanto a las recomendaciones para el manejo dietético, en 2010, la AHA (American Heart Association) definió un nuevo modelo de «salud cardiovascular ideal», denominado Life’s Simple, que incluye 7 recomendaciones, entre ellas una dieta saludable, con recomendaciones especificadas de estos pasos para disminuir los desenlaces cardiovasculares. 1

         Los estudios epidemiológicos han evaluado los patrones alimenticios de la población e identificado su asociación con el riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular (ECV). En el mundo occidental destaca el incremento de la mortalidad cardiovascular relacionado a los hábitos poco saludables, con excesiva ingesta de productos procesados, ricos en sodio, carbohidratos refinados y grasas saturadas, con pobre ingesta de verduras, frutas y ácidos grasos mono y poliinsaturados, antioxidantes, fibra y proteína vegetal; esto, asociado al sedentarismo favorece la aparición de obesidad, hipertensión arterial (HAS), diabetes mellitus (DM), dislipidemias y eventualmente al desarrollo de la ECV,2,

           Este patrón dietético se ha comparado con patrones más saludables como la dieta mediterránea, que se ha observado puede reducir la incidencia de ECV, al lograr una reducción en la inflamación de bajo grado asociada a obesidad, con concentraciones plasmáticas más bajas de marcadores proinflamatorios, y un mejor control del peso corporal, además, estas dietas comparten similitudes, como una alta ingesta de fibra, antioxidantes, vitaminas, minerales, polifenoles, ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados; baja ingesta de sal, azúcar refinada, grasas saturadas y trans; y carbohidratos de baja carga glucémica, además, una alta ingesta de frutas, verduras, legumbres, pescados y mariscos, frutos secos, semillas, cereales integrales, aceites vegetales (principalmente, aceite de oliva virgen extra) y productos lácteos junto con una baja ingesta de postres, refrescos endulzados y carnes rojas procesadas 2,3

   Las diferencias entre las dietas de países asiáticos y mediterráneos versus América del Norte y Europa del Norte, se han asociado con el aumento del consumo de grasas saturadas, los niveles promedio de colesterol sérico, y aumento en la incidencia de mortalidad por ECV, con una relación inversa entre las altas proporciones de grasas poliinsaturadas y monoinsaturadas y la mortalidad por ECV. Estos hallazgos fueron la base de las guías nutricionales que enfatizaron la conexión entre las grasas saturadas y las ECV.3

      Se ha observado que el consumo de carnes rojas incrementa el riesgo de mortalidad total, cardiovascular y por cáncer en general. El estudio de seguimiento de 37,698 hombres del Estudio de Seguimiento de Profesionales de la Salud y 83,644 mujeres del Estudio de Salud en las enfermeras, seguidos prospectivamente revela que, a lo largo de más de 20 años de seguimiento, después del ajuste multivariado para los principales factores de riesgo dietéticos y de estilo de vida, se incrementó un 13%, la mortalidad total al aumentar una porción por día de carne roja sin procesar, 20% para carnes rojas procesadas. Los HR correspondientes fueron 1,18 (1,13-1,23) y 1,21 (1,13-1,31) para la mortalidad por ECV, 1,10 (1,06-1,14) y 1,16 (1,09-1,23) para la mortalidad por cáncer, respectivamente. 4

 CARNES ROJAS, POLLO O PESCADO

En este estudio se analizó la asociación de patrones dietéticos y eventos cardiovasculares, para ello se utilizó el registro de la población del UK (Reino Unido) Biobanco incluida entre 2006 y 2019, que incluyó 500 000 participantes, con un rango de edad entre 37 y 73 años, atendidos en uno de los 22 centros de la Gran Bretaña, complementando un cuestionario táctil, que, incluía las medidas físicas, tomas y resultados de los exámenes biológicos.

    Se analizó la incidencia (hospitalización o muerte) y los eventos fatales debido a ECV que incluye a todas las entidades del sistema circulatorio: infarto agudo de miocardio, eventos isquémicos, enfermedad vascular cerebral (EVC) e insuficiencia cardiaca (IC). Así mismo se registró causa de muerte, fechas y causas de admisiones hospitalarias.

   Los tipos de dieta se categorizaron en 4 tipos: vegetariano, pueden ser vegetariano-ovo-lácteo, consumidores de pescado, consumidores de pescado y pollo, sin carnes rojas y consumidores de todo lo anterior y carnes rojas, se excluyen a los veganos. En total se obtuvo información disponible de 448,396 individuos, un 89.2%. Dentro de los covariables registradas estuvieron: fecha de nacimiento, tabaquismo, sedentarismo, índice de masa corporal (IMC), antecedentes médicos, ingesta de alcohol, morbilidad determinada de acuerdo a un estudio epidemiológico escocés que evalúa 43 condiciones a largo plazo, aplicado al Biobanco de Gran Bretaña, además se hizo el análisis por subgrupos: sexo, edad (menor y mayor 60 a), IMC, y deprivación social.

   Se analizaron 4 modelos incrementales para cada resultado: «modelo 1» incluido covariables sociodemográficas (edad, sexo, deprivación socio-económica y etnicidad); ‘modelo 2 ’adicionalmente incluyó multimorbilidad (basado en el código de las 43 enfermedades crónicas); El «modelo 3» incluía además factores de estilo de vida (tabaquismo, sedentarismo, consumo de alcohol y actividad física); y el «modelo 4» también incluyó el IMC de la evaluación inicial.

Resultados Principales

    De 422 791 participantes, el 54.4% eran mujeres, con seguimiento a 8.5 años para incidencia de ECV y 9.3 años para la mortalidad cardiovascular. Se observó que 106 690 individuos desarrollaron eventos cardiovasculares (24.3%) y 6859 (1.5%) murieron por ECV (2767 de cardiopatía isquémica, 881 por infarto del miocardio, 1088 de EVC y 965 de IC)

   De la población analizada, la gran mayoría eran consumidores de carnes rojas (94.7%), los consumidores de pescado y pollo sólo lo constituían 1.1 %, vegetarianos 1.8% y consumidores de pescado un 2.4 %. El perfil de los vegetarianos y comedores de pollo y carne, eras individuos más jóvenes, mayor número de asiáticos y mujeres, con menor IMC.  El grupo que consumía más carnes rojas eran más fumadores, y con mayor número de comorbilidades, además tenían una alta ingesta de proteínas grasas totales y menos ingesta de carbohidratos y grasas polinsaturadas, menos consumo de frutas y vegetales, y aunque este grupo de alimentos lo consumían más frecuentemente los vegetarianos, destaca que consumían más pizza y comida frita.

 Al evaluar la asociación entre tipos de dietas e incidencia de enfermedades cardiovasculares y mortalidad, se observó en el modelo 1, que los comedores de pescado tenían un menor riesgo de ECV  en comparación con los carnívoros. Después de ajustar por multimorbilidad, estilos de vida e IMC (modelos 2-4), las asociaciones se atenuaron pero permaneció significativo [HRCVD: 0.93 (95% CI: 0.88-0.97), HRIHD: 0.79 (IC del 95%: 0,70–0,88), HRMI: 0,70 (IC del 95%: 0,56–0,88), FC ictus: 0,79 (IC del 95%: 0,63–0,98) y HRHF: 0,78 (IC del 95%: 0,63–0,97)].

    Los vegetarianos mostraron una menor asociación con la incidencia e ECV entre los cuatro modelos estudiados [HRModel 4: 0,91 (IC del 95%: 0,86–0,96)]. No se observaron otras asociaciones. La supervivencia ajustada de Kaplan-Meir estimada también mostró que, en comparación con los carnívoros, los otros tipos de dietas tenían una mayor probabilidad de supervivencia en términos de incidencia de ECV. En términos de mortalidad, cuando los análisis se ajustaron no había asociaciones entre los diferentes tipos de dietas y los desenlaces de mortalidad por ECV. El beneficio de la dieta rica en pescado fue más evidente en hombres no obesos.5

Comentario.  En los últimos años, se ha observado el impacto estimado en la mortalidad con el cambio de dieta y estilo de vida en pacientes con enfermedad arterial coronaria, incluso es más importante que cualquier otra medida farmacológica, con una reducción en la mortalidad hasta del 45% en prevención secundaria y una estimación de 15-40% en la población general.6

    UK Biobanco es un estudio prospectivo con más de 500.000 participantes de entre 40 y 69 años, reclutados inicialmente en 2006-2010. El estudio ha recopilado y continúa recopilando una gran cantidad de detalles fenotípicos y genotípicos sobre sus participantes, incluidos datos de cuestionarios, medidas físicas, ensayos de muestras, acelerometría, imágenes multimodales, análisis de todo el genoma y seguimiento longitudinal para una amplia gama de temas relacionados con la salud. Información que proporciona información para lograr avances científicos que mejoren la salud pública y la comprensión de la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de una amplia gama de enfermedades graves y potencialmente mortales.7,8

  Se asume que el patrón alimenticio del individuo del UK Biobanco no necesariamente refleja el comportamiento del resto de la población inglesa, pero es interesante como no corrobora que el patrón dietético con mayor ingesta de proteínas y  grasas incrementa la mortalidad cardiovascular. Recientemente el estudio PURE (Estudio epidemiológico prospectivo urbano-rural), realizado en 21 países, revela que una ingesta moderada de lácteos y de grasas tienen un papel potencialmente beneficioso en la mortalidad cardiovascular y que un alto contenido de carbohidratos un efecto deletéreo.

   Destaca que la alimentación rica en pescado, que se asume tiene un mayor contenido de ácidos grasos omega 3 (AG3), y que es parte fundamental de la dieta mediterránea, tuvo un mayor impacto en la incidencia de la ECV, y es que la dieta mediterránea ha demostrado mayor beneficio, en la reducción de desenlaces CV,  el estudio PREDIMED (Prevención con Dieta Mediterránea), demostró que después de cinco años, una dieta enriquecida con 30 gramos diarios de frutos secos y con un consumo también diario de 50 gramos de aceite de oliva extra virgen, reduce significativamente la incidencia de enfermedades cardiovasculares, en un 30% de individuos asintomáticos con alto riesgo de enfermedad cardiovascular, en comparación con los efectos de una dieta baja en todo tipo de grasa, que es la recomendación dietética habitual en la práctica clínica para las personas de alto riesgo.9  En las últimas décadas, diversos patrones dietéticos que se popularizaron, como la dieta de Atkins con restricción de carbohidratos, de Ornish con  restricción de grasas, al compararse, se observa que todas lograron una pérdida de peso y mejoría en el perfil lipídico, pero sólo para la minoría de individuos que pudieron mantener un alto nivel de adherencia a la dieta. Ninguna intervención dietética resultó en un alto cumplimiento después de 1 año: el 53% de los sujetos pudieron completar la dieta Atkins, el 65% la dieta Zona, el 65% la dieta Weight Watchers y el 50% la dieta Ornish. Las tasas de interrupción de las dietas sugieren que el cumplimiento de la población general sea muy bajo después de unos años,10

 Conclusión. Los resultados no son contundentes, sin embargo, la dieta rica en pescado puede ser una opción, en el contexto de una dieta mediterránea, que es un patrón más sustentable, que  permite mayor adherencia, y que se puede convertir en un estilo de vida. En las últimas guías de la AHA  incorporan alimentos ricos en AG3, dentro de las recomendaciones del estilo de vida saludable, una medida que debemos fomentar en nuestra población.

Ver link AQUI

Referencias:

1)DK, Blumenthal RS, Albert MA. 2019 ACC/AHA Guideline on the Primary Prevention of Cardiovascular Disease: Executive Summary.  2019;140(11):E596-E646.

2)Casas R, Castro-Barquero S, Estruch R, Sacanella E. Nutrition and Cardiovascular Health. International Journal of Molecular Sciences. 2018;19(12):3988-4019. doi:10.3390/ijms19123988.

3)Brandhorst S, Longo VD. Dietary Restrictions and Nutrition in the Prevention and Treatment of Cardiovascular Disease. Circulation Research. 2019;124(6):952-965. doi:10.1161/circresaha.118.313352.

4)Pan A, Sun Q, Bernstein AM, et al. Red meat consumption and mortality: results from 2 prospective cohort studies. Arch Intern Med. 2012;172(7):555-563.

5)Petermann-Rocha F, Parra-Soto S, Gray S, et al, Vegetarians, fish, poultry, and meat-eaters: who has higher risk of cardiovascular disease incidence and mortality? A prospective study from UK Biobank, European Heart Journal, 2020;

6)UK Biobank (2006). Protocol for a large-scale prospective epidemiological resource. ukbiobank.ac.uk/resources/.

7)Collins R (2012). What makes UK Biobank special? Lancet 379:1173–1174. pmid:22463865

8)Lestra JA, Kromhout D, Van der Schouw YT ,et al.Effect Size Estimates of Lifestyle and Dietary Changes on All-Cause Mortality in Coronary Artery Disease Patients. Circulation 2005;112:924-934

9)Estruch R, Ros E, Salas-Salvadó J, et al. Primary prevention of cardiovascular disease with a Mediterranean diet supplemented with extra-virgin olive oil or nuts. N Engl J Med 2018;378:e34(1)-e34(14).

10)Dansinger ML, Gleason JA, Griffith JL, et al. Comparison of the Atkins, Ornish, Weight Watchers, and Zone diets for weight loss and heart disease risk reduction: a randomized trial.JAMA. 2005; 293:43–53

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