La tortuga, el reloj de arena y la longevidad saludable

La tortuga, el reloj de arena y la longevidad saludable

Ensayo para pacientes Hace pocos días veía una foto de una tortuguita de diferentes colores al lado de un reloj de arena. Vino a mi mente una reflexión de los diferentes factores del envejecimiento y cómo se puede lograr una longevidad saludable. Lo primero es pensar en el mundo real y lo que se ha

Ensayo para pacientes

Hace pocos días veía una foto de una tortuguita de diferentes colores al lado de un reloj de arena. Vino a mi mente una reflexión de los diferentes factores del envejecimiento y cómo se puede lograr una longevidad saludable.

Lo primero es pensar en el mundo real y lo que se ha aprendido durante el siglo 20 y lo que va de este siglo XXI.

La expectativa de vida al comienzo del siglo XX eran unos 50 años. Eso ha cambiado mucho. Actualmente vivimos, en promedio mundial, más de 70 años. Y en muchos países más de 80 años.

Todo esto se ha logrado con cambios en el estilo de vida y la atención médica, más higiene, agua potable, vacunas, antibióticos, y mejores tecnologías de diagnóstico, tratamientos, y medicamentos.

Este aumento significativo de la expectativa de vida, sin embargo, beneficia, principalmente, a los países que tienen los recursos económicos, científicos y tecnológicos.

 Se puede ver claramente la diferencia en la expectativa de vida de los países desarrollados versus los países pobres.

Inclusive en un país desarrollado de gran expectativa de vida como España, hay una diferencia importante entre ciudades con muchas facilidades y desarrollo económico como Madrid, versus ciudades menos desarrolladas como Ceuta y Melilla.

Sin embargo, aún países sin tantos recursos se pueden beneficiar de los avances médicos, con medidas de muy bajo costo: la higiene, el agua potable, las vacunas, las sales de rehidratación oral, la aspirina, colchicina, estatinas, antihipertensivos genéricos y muchos otras medidas no tan costosas, que mejoran la salud y la expectativa de vida saludable.

Muchas tecnologías de diagnóstico y tratamiento que antes eran costosas son cada vez más accesibles. Algunos países han logrado, con inteligencia, utilizar recursos más costo-efectivo y alcanzar longevidad aún mayor que algunos de los países más ricos.

La otra cara de la moneda, con efectos negativos, tiene que ver con hábitos y estilos de vida: la obesidad, el sedentarismo, el tabaco, el exceso de bebidas alcohólicas, las drogas de abuso, el entorno ambiental contaminado, el cambio climático, y otras causas de preocupación que afectan la salud humana y nos someten, por el estilo de vida actual, a exigencias y excesivo estrés que hay que aprender a manejar.

También aprender a descansar suficiente. Un tesoro de salud interrumpido por las nuevas tecnologías del celular, el chateo, la televisión, etc.

Los principales factores de riesgo de las enfermedades crónicas predominantes: cardíacas y cerebrales, la demencia, los cánceres, la diabetes, enfermedades pulmonares crónicas, son bien conocidos.

La hipertensión arterial, junto con la edad, es el principal factor de riesgo de demencia.

Recordar que lo que es bueno para el corazón es bueno para el cerebro y viceversa.

Todos tenemos muy claro los daños del tabaco, exceso de bebidas alcohólicas, el colesterol, triglicéridos y las grasas animales, la presión arterial, la diabetes, el exceso de estrés, ansiedad o depresión, el sedentarismo, la obesidad, la mala dieta, y el no dormir suficiente.

Puede parecer repetitivo, pero se deben enfatizar.

A esto se le añade, para el riesgo de demencia o de Alzheimer, factores como un nivel educativo suficiente, ser activo, tanto física, como mental, emocional y socialmente. Y si es una persona espiritual, mejor aún.

Y luego vienen las deficiencias sensoriales de la vejez, auditivas, visuales, y la fragilidad,  que cada vez se pueden corregir mejor.

La genética juega un papel importante, aunque no siempre determinante. Los que tienen una genética favorable y al mismo tiempo un buen estilo de vida y hábitos, un entorno económico y social favorable, y buena atención médica, pueden llegar, en el mejor de los casos, a una expectativa de vida máxima de unos 120 años.

No hay genética buena que no se pueda echar a perder, ni genética mala que no se pueda mejorar.

Lo que se busca es una longevidad activa y saludable, procurando mantener calidad de vida, en lo posible, hasta el final. Sean 80, 90 o 100 años. Y tener un final corto, no muy costoso, y sin mucho sufrimiento.

Mientras más se hayan practicado los buenos hábitos y estilo de vida, más probable es conseguir esto. Aunque por supuesto, no todo está bajo nuestro control.

En la práctica, entonces, la longevidad saludable se atribuye a la genética, el estilo de vida y los hábitos, las condiciones económicas, sociales, ambientales y educativas, y los buenos tratamientos médicos, con énfasis en la prevención cardiovascular, cerebral, renal, metabólica, diabetes y los cánceres.

La prevención, detección temprana y tratamiento oportuno de estas enfermedades. Los avances en la reducción de la morbi-mortalidad cardiovascular son impresionantes.

Grandes avances también con las infecciones, las vacunas, actualmente de RNA, y lo que antes mataba a tanta gente como las guerras, los traumatismos y las muertes por embarazos y partos, entre otras.

Pero ninguno de estos avances se debe dar por sentados y hay que seguir esforzándonos por mejorarlos. 

Aunque nunca se alcanzaría la inmortalidad.

Al final, todo ser vivo tiene que reciclarse.

¿Cómo se produce el envejecimiento y las enfermedades de los diferentes órganos?

Se toman en consideración los factores genéticos, los daños a la reparación de los genes, el uso o mal uso de nuestra salud, los procesos inflamatorios y oxidativos, el estrés metabólico por excesos, o también por defectos, como el sedentarismo y la falta de sueño.

La genética probablemente no determina más de la quinta parte o un tercio de nuestra salud y longevidad, con casos excepcionales de personas con genética sumamente buena que le ayuda a vivir más tiempo.

Se han mencionado los telómeros de los cromosomas, mientras más largos mejor. Y mientras más rápido se acortan, peor. Sin embargo, hay riesgo de que puedan producir cáncer si se manipulan demasiado. Y la manipulación genética con genes favorables también es todavía muy riesgosa y muy costosa. Los fármacos genómicos actuales basados en RNA están mostrando el camino a seguir en el futuro.

Lo normal es que haya un determinado número de divisiones y reproducción celular que termina con la muerte. 

Las células durante el envejecimiento pueden autodestruirse. Es la apoptosis, importante para el reciclaje.

O pueden convertirse en células cancerosas.

O en células senescentes que contribuyen al envejecimiento y al daño de los órganos.

En eso también se está trabajando actualmente. Además de las investigaciones con las células madres, con lentos avances.

El resto, la mayor parte, son los factores del estilo de vida y entorno ya menciona dos.

Todos los procesos de los seres vivos tienen una tasa metabólica. Desde el momento en que se produce la fecundación, el desarrollo fetal, el nacimiento, la nutrición, el crecimiento y desarrollo, la reproducción, y todas las actividades de la vida.

Mientras mayor sea la tasa metabólica más corta es la duración de la vida de cualquier ser viviente. 

Esto se refleja muy bien en los animales más pequeños, que tienen una taza metabólica más alta, un pulso o frecuencia cardíaca en reposo más elevado, y tienden a vivir mucho menos que los animales más grandes.

El ejercicio físico beneficia la tasa metabólica, la oxidación, la inflamación, la reparación de los tejidos y la salud física y mental.

Aunque el pulso sube durante el ejercicio, al volver al reposo alcanza un nivel mucho más favorable que los que nunca hacen ejercicio.

Una respetada maestra, madre de médicos reconocidos, que vivió 105 años decía: “La verdadera vejez, es cuando arrastras los pies”

El exceso de calorías inútiles, tan comunes hoy en día, también aumenta la tasa metabólica y la acumulación de grasas y procesos inflamatorios y oxidativos. Vemos como las personas con obesidad y sedentarismo se enferman y se mueren más rápido. La obesidad mórbida hoy día una importante causa de muerte prematura.

Las personas que comen sano, natural, fresco y variado, con muchas frutas y vegetales, y solo la cantidad necesaria de acuerdo con su nivel de actividad, viven más y mejor.

También las que cultivan la amistad, el amor familiar, el amor por la vida, y una actitud positiva.

Se esfuerzan por tener siempre un propósito, una razón para vivir, según sus posibilidades. Manejan mejor el stress y la Paz mental reparadora.

A finales del siglo XX publicamos un análisis, uno entre muchas otras investigaciones, que demostraron cómo los que ingieren menos exceso de calorías viven más, y viceversa.

Actualmente hay medicamentos que actúan en esa dirección y están dando muy buenos resultados. Confirmando a la vez, el principio de la tasa metabólica, como los agonistas GLP1 y los inhibidores SGLT2.

En ese trabajo también demostramos otros factores que nos orientan, como el Índice Pulso Masa, la relación entre la frecuencia cardíaca en reposo y el peso corporal. Mientras más normal esté ese indicador, que refleja la tasa metabólica, se vive más y más saludable (1)

Todo esto mejora con los buenos hábitos alimenticios, de estilo de vida, ejercicio, descanso y manejo del stress.

Éstas son las reflexiones sobre la tortuguita, el reloj de arena, y la longevidad saludable.

Ir al ritmo del tiempo y no luchar contra el tiempo ni consumir la vida en un suspiro. Caminar por la vida a su propio paso y mantener un estrés saludable, el Eustress.

Una reflexión final. Para lograr una longevidad saludable se necesita conocimiento y sabiduría, así como dinero y recursos.

El conocimiento y la sabiduría están disponibles hoy en día para quienes se esfuercen por obtenerlos.

El dinero y los recursos requieren inteligencia, esfuerzo, y un poco de suerte.

La suerte, a su vez, favorece a la mente preparada. Aprender algo nuevo cada día hasta el final.

 

Ref. 1.-The Lancet,March 13, 1999 DOI

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