La Pandemia del Covid-19 ha desencadenado una crisis a nivel mundial, afectando múltiples aspectos de la vida cotidiana, factores como la incertidumbre asociada al virus, las cuarentenas masivas y la recesión económica han llevado a un impacto marcado en la salud mental de la población en general.(1,2) Estudios previos han mostrado que las emergencias en
La Pandemia del Covid-19 ha desencadenado una crisis a nivel mundial, afectando múltiples aspectos de la vida cotidiana, factores como la incertidumbre asociada al virus, las cuarentenas masivas y la recesión económica han llevado a un impacto marcado en la salud mental de la población en general.(1,2)
Estudios previos han mostrado que las emergencias en salud pública pueden desencadenar o agravar patologías mentales como se observó durante el brote de Ébola en 2014 y el de SRAS entre 2002 y 2004 en Asia (3,4). Esta tendencia se ha mantenido durante esta pandemia. Múltiples estudios demuestran un aumento en patologías psiquiátricas como ansiedad, depresión y desorden de estrés post traumático. 1, 4 y 5
En una revisión sistémica que incluyó 19 estudios realizados en 8 países [2], sobre el impacto de la pandemia de Covid-19 en la salud mental se reportó una prevalencia de síntomas depresivos que varió entre el 14,6% y el 48,3%. En esta misma revisión se encontró que las mujeres presentaron mayor riesgo de desarrollar síntomas de depresión en comparación a los hombres. Otros factores de riesgo que se reportaron fueron ser menor de 40 años o estudiante, vivir en áreas urbanas, ser divorciado, viudo o soltero, tener bajos ingresos económicos, estar desempleado, haber pasado mayor tiempo en cuarentena, tener un familiar con Covid-19 o que haya fallecido por esta patología, tener bajos niveles de educación, historia previa de enfermedades mentales o la presencia de patologías crónicas.
Además, en 3 de los 4 estudios que midieron los efectos traumáticos del coronavirus se encontró que las mujeres fueron más susceptibles a desarrollar síntomas de estrés postraumático que los hombres. (1,2)
En un estudio realizado en China con 4872 participantes se encontró que la exposición frecuente a noticias e información sobre el coronavirus se asoció con síntomas de ansiedad 6 y en otro estudio realizado en Estados Unidos se encontró que la mayor exposición se vinculó con una mayor percepción de riesgo de contagiarse de Covid-19.7
Existen diferencias regionales con respecto a la salud mental de la población que dependen de la severidad del brote, la economía nacional, la efectividad de la respuesta del gobierno, la accesibilidad a recursos médicos y la difusión de la información sobre el Covid-198 En países de bajos y medianos ingresos la Pandemia ha provocado problemas específicos derivados de sistemas de salud más frágiles, mayor impacto negativo en la economía y políticas sociales limitadas.9
A nivel latinoamericano se han llevado a cabo varios estudios con algunas variaciones. Por ejemplo, en Brasil se reportó en la población en general una prevalencia de ansiedad del 82% y de depresión del 68%10, mientras que en Colombia se reporta en el 14% de la población altos niveles de estrés.11 Un estudio que buscó evaluar el estado de salud mental en adultos mayores (> 59 años), encontró que México y Perú tenían los niveles más altos de depresión en este grupo poblacional con 39 % y 38% respectivamente.12
Otro estudio donde se evaluaron 4881 individuos en 7 países latinoamericanos[3] reportaron niveles más bajos de ansiedad (25,5%) y depresión (26,7%) con una mayor prevalencia de síntomas de depresión en mujeres.13 En otro estudio donde se evaluó las diferencias relacionadas con el género en un grupo de pacientes con enfermedad cardiovascular (CorCovid LATAM) las mujeres reportaron igualmente mayores tasas de sedentarismo y síntomas psicológicos que los hombres.14
Un subgrupo especialmente susceptible, son las mujeres en embarazo, debido entre otras razones al estrés alrededor de la incertidumbre relacionada con el cuidado prenatal y el riesgo de exposición al virus.15 Durante la pandemia de Covid-19 varios estudios han revelado que este grupo presentó tasas más altas de depresión y de ansiedad, lo cual es un factor de riesgo para complicaciones como parto pretérmino, bajo peso al nacer y retraso en el desarrollo infantil. (16-18)
Existen varias teorías que podrían explicar por qué las mujeres son más susceptibles a desarrollar todos estos síntomas de ansiedad, depresión y estrés postraumático. Una de ellas es que, las mujeres, ocupan un mayor porcentaje de los trabajos más afectados por el Covid-19 cómo ventas, servicios generales, atención médica y, además, suelen tener un rol de cuidadoras proporcionando apoyo emocional y financiero a los adultos mayores y niños a su cargo.19 También existen algunas líneas de estudio que exploran las diferencias neurobiológicas en la respuesta al estrés que podrían explicar las causas por las que mujeres presentan síntomas más severos. Entre éstas se encuentran cambios en la neuroplasticidad y neuroanatomía.20
Actualmente, se sabe que las secuelas psicológicas de los pacientes que han sufrido COVID-19 pueden perpetuarse incluso después de la recuperación física por lo que se está investigando la relación entre cuadros inflamatorios sistémicos y la aparición de síntomas depresivos o ansiosos. Además, se está buscando la relación entre estos procesos y el género, ya que suelen ser más frecuentes en mujeres.21 y 24
Las patologías psiquiátricas representan una alta carga tanto a nivel personal, económico y social, lo cual hace necesario que se busquen estrategias para la atención integral de la población en mayor riesgo. El acceso temprano y oportuno a la atención psicológica y psiquiátrica para todas las personas que la requieran es fundamental para la detección y tratamiento temprano de enfermedades mentales. Sin embargo, una de las principales limitantes ha sido la misma naturaleza del virus que ha llevado al aislamiento masivo de la población y al cierre de servicios. Se deben implementar estrategias que permitan potenciar la tecnología disponible. Por ejemplo, en un estudio llevado a cabo en Hangzhou, China, se evaluó el uso de una intervención integral a través de Internet (4 componentes: ejercicios de respiración, atención plena, habilidades de «refugio» y método del abrazo de mariposa) con el objetivo de mejorar las habilidades de relajación, autocuidado y sentido de seguridad en 13 pacientes con Covid-19 y síntomas de ansiedad y depresión y se encontró mejoría en los síntomas descritos inicialmente con respecto al grupo control. Existen, además, otros estudios que han demostrado que la terapia cognitivo-conductual proporcionada por Internet es igual de efectiva que la terapia presencial para tratar síntomas de depresión o ansiedad entre otros. Este tipo de herramientas poseen múltiples ventajas como por ejemplo mayor accesibilidad, menores costos, adaptabilidad y privacidad. 22
Es importante, por lo tanto, la participación de psiquiatras y otros profesionales de la salud mental en los grupos de trabajo sobre Covid-19 que puedan asesorar al gobierno sobre políticas e intervenciones psicológicas que permitan la implementación de estas estrategias de manera temprana y crear grupos de respuesta rápida en caso de presentarse otro evento pandémico.
Otro punto importante al momento de disminuir el riesgo de complicaciones mentales es la divulgación de información actual y veraz sobre el Covid-19 por parte de las autoridades de salud y/o gubernamentales ya que esta se ha asociado con una disminución en los síntomas de ansiedad, estrés y depresión.23, 24 En este ámbito, las redes sociales cumplen un rol importante y deben ser manejadas de manera responsable ya que pueden tener efectos benéficos (creación de campañas de intervención) o causar detrimento (propagación de noticias falsas, teorías de conspiraciones) como se vio al inicio de la pandemia.6,24 Las campañas de educación (televisivas, radiales, panfletos) sobre medidas de autocuidado como el lavado frecuente de las manos, el uso de mascarilla facial y el distanciamiento social facilitan que estas maniobras se realicen de manera adecuada y esto a su vez predice una disminución en los niveles de estrés poblacional.24
Por último, se deben crear políticas gubernamentales que permitan disminuir la inseguridad laboral como la generación de subsidios, la creación de oportunidades de trabajo y los incentivos para disminuir el cierre de empresas. Aunque se sabe que implementar estas medidas puede ser aún más complejo en el contexto latinoamericano donde previo a la pandemia ya existían altas tasas de informalidad y desempleo, es fundamental hacerlo ya que se sabe que estos lineamientos pueden ayudar a disminuir los casos de depresión y suicido en épocas de recesión económica.2
REFERENCIAS:
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