En uno de nuestros tantos intercambios, los autores de este artículo coincidimos en que la mejor manera de abordar la pregunta del título es a través de un análisis histórico de nuestra profesión. También resulta necesario describir la aparición de la inteligencia artificial (IA), primero como idea, y luego como una presencia prácticamente omnipresente en
En uno de nuestros tantos intercambios, los autores de este artículo coincidimos en que la mejor manera de abordar la pregunta del título es a través de un análisis histórico de nuestra profesión. También resulta necesario describir la aparición de la inteligencia artificial (IA), primero como idea, y luego como una presencia prácticamente omnipresente en la vida médica, con funciones cada vez más amplias.
Evidentemente, esta pregunta no habría tenido sentido en los albores de la medicina, atribuida a Imhotep hacia el 2600 a.C. Incluso la medicina moderna del siglo XIX —con hitos como la teoría germinal, la antisepsia, la aplicación del método científico, la especialización, la salud pública y el desarrollo de tecnologías como el estetoscopio o el microscopio— no tuvo competencia alguna, dado que las computadoras aún no existían.
Año | Hito |
1956 | Idea y lanzamiento en la Conferencia de Dartmouth |
1960s–70s | Primeros programas de IA |
1980s | Relanzamiento impulsado por expertos |
2012 | Desarrollo del aprendizaje profundo con AlexNet |
2015–2020 | Integración de IA en tecnología diaria (salud, móviles, plataformas) |
2022–2025 | IA generativa: ChatGPT, DALL·E en la vida cotidiana |
La IA, como concepto, nació en 1956, y tras un desarrollo intermitente, ha hallado recientemente un nuevo protagonismo. La siguiente tabla resume algunos hitos clave en su evolución [2–6]:
Antes de analizar la interacción entre médicos y IA, debemos definir al médico ideal. Según Keen, en su artículo publicado en JAMA en 1900 (reeditado en 2025) [7], este debe evaluarse en tres dimensiones: personal, profesional y pública.
Desde lo personal, el médico ideal se caracteriza por su bondad, reflejada especialmente en su actitud ante el sufrimiento humano. Este atributo se cultiva mediante una conducta educada y una formación integral más allá de lo técnico. Es claro que esta dimensión es difícilmente replicable por una máquina. No obstante, modelos avanzados de lenguaje, al estar libres de emociones humanas, pueden parecer, en ocasiones, más empáticos que un médico en un mal día. Y aunque ningún profesional puede igualar la vastedad del conocimiento de la IA, esta carece aún de verdadera compasión.
Desde lo profesional, Keen subraya la importancia del aprendizaje constante, incluso en idiomas extranjeros. Sin embargo, en un mundo donde la información médica crece geométricamente, hasta el más dedicado de los médicos sabe proporcionalmente menos con el paso del tiempo [8]. Aquí, la IA ofrece una ventaja sustancial: sus bases de datos permiten acceder, filtrar y organizar información médica a una velocidad y profundidad que ningún humano puede igualar. Herramientas actuales como Open Evidence, ChatGPT o Gemini permiten responder preguntas clínicas, aunque la calidad de sus respuestas sigue dependiendo de la precisión de la pregunta. La IA aún presenta errores —algunos graves, como atribuir patologías masculinas a pacientes mujeres—, pero ha mejorado significativamente. Además, ya existen programas que superan a generalistas (e incluso igualan a especialistas) en la interpretación de imágenes médicas [9–13]. No está claro aún si esta superioridad amenaza la existencia de algunas especialidades.
Con la llegada de los modelos de lenguaje (LLM, por sus siglas en inglés), la IA se ha expandido también a tareas como la documentación clínica, la redacción de textos médicos para publicación, la elaboración de casos clínicos simulados y la comunicación automatizada de resultados a pacientes. A pesar de estos avances, aún se desconocen su impacto a largo plazo en la satisfacción del paciente y las implicancias legales de delegar ciertas funciones médicas a estas herramientas [14,15].
En el plano público, el médico ideal tiene un rol protagónico en la mejora de la salud comunitaria. Si bien la IA tiene potencial para optimizar estrategias de salud pública, distribución de medicamentos o campañas de vacunación, todavía no ha reemplazado a los líderes en políticas sanitarias.
Más allá de la definición de Keen, la IA y los médicos pueden coexistir de forma complementaria. La IA puede ser una biblioteca universal, una herramienta de diagnóstico, un asistente documental y una fuente de innovación. Sin embargo, el juicio clínico, la sensibilidad interpersonal y la responsabilidad ética siguen siendo atributos humanos.
¿Qué mejor que preguntarle a ChatGPT qué consejo tiene para que sus usuarios lo utilicen con prudencia y máxima eficiencia? Este modelo de IA recomienda verificar la información ya que admite poder equivocarse; no compartir información privada o sensible; considerarlo como un colaborador y no un sustituto; que utilicen un tono ético al contextualizar las respuestas; que no abandonemos nuestro juicio crítico; y finalmente, que la autoridad final siga siendo humana, para evitar la desinformación manipuladora.
Conclusión
¿Quién emulará a quién? Si bien la IA ya ha superado a los médicos en la gestión y análisis del conocimiento, aún no puede replicar el juicio ético, la empatía genuina y el compromiso humano del médico ideal. Por tanto, no se trata de emular, sino de colaborar: el futuro de la medicina se definirá por la sinergia entre la inteligencia artificial y la humana, no por su competencia.
Autores: Enrique Sánchez Delgado y Gabriel Aisenberg
REFERENCIAS: