El cambio climático es una gran amenaza a la salud global del siglo 21. Según los informes del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC) se estima que 74% de la población mundial estará expuesta a olas de calor para el año 2100, considerando el escenario menos optimista o RCP 8,5 (escenarios
El cambio climático es una gran amenaza a la salud global del siglo 21. Según los informes del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC) se estima que 74% de la población mundial estará expuesta a olas de calor para el año 2100, considerando el escenario menos optimista o RCP 8,5 (escenarios que se refieren a aproximaciones del posible comportamiento que las variables climáticas tendrán en el futuro definidos según las concentraciones de gases de efecto invernadero en series temporales de emisiones) (1) y cercano a 48% considerando el escenario más optimista (RCP 2,6) (2). Entendemos por ola de calor, un período de al menos 3 días consecutivos con temperaturas máximas diarias que superan un umbral definido durante la temporada utilizando el percentil 95 (3)) ; se espera un aumento de la temperatura media de la superficie en todo el globo (4).
El informe más reciente de Lancet Countdown, que investigó 44 indicadores de la relación entre el cambio climático y la salud humana, muestra importantes efectos en la salud que continuarán empeorando año a año, afectando a todos los continentes pero de manera desigual, con mayor impacto en los países de medianos y bajos ingresos, empeorando aún más las desigualdades sociales en la población (5).
Las temperaturas altas se asocian con variados efectos en salud, entre ellos enfermedades y muertes de causa cardiovascular y pulmonar (6). Por esto la comunidad científica ha emplazado a los gobiernos a actuar en forma oportuna y agresiva para mitigar estos efectos, como se evidenció en la vigésima sexta versión de la Conferencia de las Partes (COP) (7).
Las temperaturas extremas pueden desencadenar isquemia cardiaca, infarto agudo al miocardio (IAM), choque o paro cardiaco (8). A su vez, si los mecanismos compensatorios del organismo son sobrepasados se puede desencadenar un golpe de calor, el cual sin tratamiento oportuno puede ser fatal (9). También se observa un aumento del colesterol plasmático lo que incrementa el riesgo de enfermedad coronaria (EC) y accidente cerebrovascular (ACV) (10). En su contraparte la exposición al frío produce aumento de la presión arterial por activación del sistema simpático, deshidratación por aumento de la micción y vasoconstricción (11), todos estos efectos provocan eventos cardiovasculares.
Los estudios internacionales realizados principalmente en países de Europa y Asia muestran aumento en las hospitalizaciones y en la mortalidad intra y extra hospitalaria por enfermedades cardiovasculares asociados a temperaturas extremas, la mayoría en relación a temperaturas elevadas. El mayor riesgo se encontró para la incidencia de infarto de miocardio (RR P99 = 1,67 [IC95%: 1,09-2,55] (12), y para hipertensión arterial (RR para P99: 1,91 [IC95%: 1,2-3,06]). La ocurrencia de paro cardíaco extrahospitalario se asoció tanto a temperaturas bajas como elevadas, siendo el riesgo entre casi dos (OR P10: 1,75 [IC95%: 1,23-2,49] y tres veces superior (P90: 3,34 [IC95%: 1,90- 3,58]), respectivamente (13).
Los estudios muestran además que la edad más avanzada (>65 años) y la duración de la ola de calor son factores que agravan los cuadros cardiovasculares.
Desde el punto de vista de salud pública es importante considerar que las temperaturas extremas afectan principalmente a la población más vulnerable, quienes viven en zonas con menos áreas verdes y habitan viviendas más precarias. Medidas generales para enfrentar la crisis climática debiesen incorporar: educar a la población, en especial a quienes presentan factores de riesgo como hipertensión arterial, diabetes, u otras enfermedades crónicas, así como a las personas de edad avanzada, quienes deben disminuir su exposición a temperaturas extremas (no salir en los momentos del día de máximas temperaturas elevadas o frías). A nivel de los profesionales de la salud se debe advertir sobre este “nuevo factor de riesgo”, para complementar la atención de salud principalmente a nivel de atención primaria con consejería y a pacientes de alto riesgo. Desde un punto de vista más estructural, las medidas deben tender a implementar nuevas tecnologías de construcción y reestructuración de las viviendas para generar menos calor en su interior, y propiciar el aumento de las áreas verdes urbanas para prevenir islas de calor al interior de las ciudades.
Referencias
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