La enfermedad por coronavirus 19 (COVID-19), causada por la infección por coronavirus 2 (SARS-CoV-2), presenta un espectro extremadamente heterogéneo de síntomas y signos. La susceptibilidad y la mortalidad por COVID-19 muestran un desequilibrio de género significativo, ya que los hombres son más propensos a la infección y muestran una mayor tasa de hospitalización y mortalidad
La enfermedad por coronavirus 19 (COVID-19), causada por la infección por coronavirus 2 (SARS-CoV-2), presenta un espectro extremadamente heterogéneo de síntomas y signos. La susceptibilidad y la mortalidad por COVID-19 muestran un desequilibrio de género significativo, ya que los hombres son más propensos a la infección y muestran una mayor tasa de hospitalización y mortalidad que las mujeres. En particular, las enfermedades cardiovasculares (preexistentes o derivadas de la infección) desempeñan un papel central en los resultados de la COVID-19, de manera diferente en hombres y mujeres. A pesar de que las mujeres y los hombres comparten factores de riesgo cardiovascular tradicionales similares, su peso relativo y su impacto en la enfermedad cardiovascular (ECV) parece estar modulado por el género, como se muestra en el estudio INTERHEART. Entre los factores de riesgo no tradicionales para la ECV, los trastornos depresivos se han considerado un factor de riesgo emergente relevante para la ECV en las mujeres, ya que parecen ser más propensas a los trastornos depresivos, con una incidencia duplicada en comparación con los hombres. Además, existen factores de riesgo de ECV y marcadores de riesgo que son exclusivos de las mujeres.
El estudio de Araya et al, titulado: “Impacto de la pandemia COVID 19 en los factores de riesgo cardiovasculares y en la salud mental en usuarios de consulta privada cardiológica” publicado recientemente en la Revista Chilena de cardiología (Vol 43, N° 1; abril 2024), evaluó el Impacto de la pandemia COVID -19 en los factores de riesgo cardiovasculares y en la salud mental en usuarios de consulta privada cardiológica. Se determinó que los valores de presión arterial elevada, obesidad, hemoglobina glicosilada, insulinemia e índice de HOMA eran más elevados en el período intrapandemia. El confinamiento, generó la cancelación de consultas y procedimientos médicos que podrían ocasionar daños colaterales en las personas con factores de riesgo cardiovascular (FRCV), o en aquellos susceptibles a desarrollarlos. En algunos casos, las personas experimentaron dificultades para acceder a la atención médica regular dado a la sobrecarga del sistema de salud o temores de contraer Covid-19 en entornos de servicios de atención médica, lo que podría afectar la gestión de las condiciones cardiovasculares preexistentes
En relación a la salud mental, tras realizar una encuesta DASS -21 en el grupo de pacientes intrapandemia, se determinó una alta prevalencia de síntomas de depresión en 31%, estado de ansiedad en un 47%, estrés 39% y presencia de trastorno combinado en un 27% (p=0,001) (personas con síntomas de depresión y ansiedad), resultados que pudieron incrementar el riesgo de progresión y/o mortalidad de las enfermedades cardiovasculares (11). En este contexto, los usuarios que presentaron COVID -19 durante el estudio reportaron mayor riesgo de síntomas de depresión. El surgimiento de la pandemia Covid-19 trajo consigo muchos estresores tales como: confusión, temores, incertidumbres y la probabilidad de muertes de seres queridos, ajustes en la rutina, separación de amigos y familiares, pérdidas de empleos y aislamiento social, que impactaron la salud mental de las personas, si bien estas medidas fueron efectivas en términos sanitarios, esta situación planteó repercusiones psicológicas negativas, sumado a cambios negativos en el estilo de vida, como mayor sedentarismo y modificaciones en la conducta alimentaria. Además, es conocido que el malestar psicológico sostenido puede provocar la activación del eje hipotálamo-hipofisario-adrenal y la consiguiente desregulación inmunitaria. Otras manifestaciones comunes como la soledad y el estrés percibido, que han aumentado durante la pandemia, se han relacionado con enfermedades crónicas y mortalidad temprana. La angustia está asociada con la inflamación sistémica crónica, lo que resulta en una producción sostenida de citocinas proinflamatorias y especies reactivas de oxígeno con efectos deletéreos en múltiples sistemas, incluyendo el cardiovascular.
Es de resaltar en este estudio que los pacientes con síntomas de depresión fueron predominantemente mujeres con un 58,06%. Se ha descubierto que las mujeres con depresión tienen un mayor riesgo de desarrollar ECV, y los efectos adversos de la depresión en la salud cardiovascular son más pronunciados en las mujeres que en los hombres. Las mujeres pueden tener más probabilidades de sufrir depresión durante períodos críticos de cambios hormonales, como el embarazo o la menopausia, lo que podría contribuir a un mayor impacto en la salud cardiovascular. Los estudios han demostrado que las mujeres con depresión pueden tener más probabilidades de tener factores de riesgo cardiovascular tradicionales, como hipertensión, diabetes y obesidad, en comparación con los hombres con depresión. Estos factores de riesgo tradicionales coexistentes pueden contribuir al desarrollo de ECV y podrían potencialmente exacerbar los efectos adversos de la depresión en la salud cardiovascular en las mujeres. Además, las diferencias en la utilización y el tratamiento de la atención médica entre hombres y mujeres pueden contribuir a la diferencia sexual en la asociación entre depresión y ECV. Las mujeres tienen más probabilidades de buscar servicios de atención médica y pueden tener más probabilidades de que se les diagnostique depresión que los hombres. Sin embargo, se ha demostrado que las mujeres con depresión pueden tener menos probabilidades de recibir el tratamiento adecuado para su afección. Esto resalta la importancia de la detección temprana y el tratamiento adecuado de la depresión en las mujeres para ayudar a reducir el riesgo de ECV. Por último, las diferencias específicas de sexo en factores biológicos, como la genética y los perfiles hormonales, pueden contribuir a la diferencia de sexo en la asociación entre depresión y ECV. Por ejemplo, los estudios han sugerido que los estrógenos pueden tener un efecto protector sobre la salud cardiovascular, y las alteraciones en los en sus niveles, como durante la menopausia, pueden aumentar el riesgo de ECV en las mujeres. Sin embargo, los mecanismos exactos que subyacen a la diferencia de sexo en la asociación entre depresión y ECV aún no se comprenden por completo y requieren más investigaciones para dilucidarlos.
La depresión y la enfermedad cardiovascular (ECV) son dos afecciones de salud prevalentes que se ha demostrado que están estrechamente relacionadas. La depresión está asociada con un mayor riesgo de eventos cardiovasculares posteriores, incluidos infarto de miocardio (IM), angina, accidente cerebrovascular y mortalidad cardiovascular, de allí la importancia de desarrollar estrategias de prevención y tratamiento específicas que aborden los riesgos cardiovasculares específicos que enfrentan las mujeres con depresión.
AUTORAS:
Dra. María Virginia Araya Álvarez
Fellow SIAC
Fellow American College Of phisycians
Delegada Comité Mujeres SIAC- Chile
Miembro Ateros-Chile
Miembro Dpto. Prevención, Comité Científico, Educación Continua, Fundación Cardiología y Comité Editorial Rev. Cardiología de Chile
Dra. Ammy Sánchez Silva
Socia titular de Sochicar.
Asociada al grupo del Programa Magíster en Salud Pública UTA
Co-investigadora
UTA es Universidad de Tarapaca -Chile
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